sábado, 26 de junio de 2010

X.- EL AMOR Y LA PENA en un día.

El día anterior a la ceremonia religiosa, mientras Josefina dejaba en una pieza todo listo para su traje de madrina junto a Graciela quién la ayudaba, la mandó a buscar la cartera que usaría.

- No está mamá en el closet
- Debe estar en algún cajón
- Déjame ver

Tanto demoraba Graciela, que Josefina fue a buscarla; allí la encontró, sentada dentro del closet, con los ojos colorados y un cuaderno en sus manos; era uno de los de hojas amarillas.

- Mamá que pena me ha dado todo lo que he leído
- Bueno pero este no es el momento para que te pongas a leer,  quiero acostarme temprano, quiero estar con la cara descansada para mañana que debo terminar las últimas cosas y cuando llegue Joaquín, ojala haya silencio.
- Pero cuando lo escribiste?
- No sé ve la fecha, A ver déjame ver cual es. Ah! Es uno de los primeros, cuando recién enviudé.

“LA TINTA CAMBIO DE COLOR.

Que la tinta cambio de color, porque el gris es aún triste.

Yo sabía donde estaba, lo que no sabía era cuando y para que lo conocería. Agosto 198..., más de veinte años habían pasado.

Una carta de veinte años atrás.

Una carta para ti, o una carta para mí, para poder masticar mi propio dolor, para hacerlo más tangible, para no olvidar, en fin una carta que dirigí a mi niño, que no sabía leer en ese entonces, y que le decía que:

"Si para ti ha sido difícil sobrevivir estos momentos, para mi lo ha sido también, de manera diferente, pero muy dura, porque yo también perdí a un padre a la edad tuya o menor aún; ni siquiera lo recuerdo, y por más que trato decirte los que necesitas, me encuentro con que el sentimiento de pena y el vacio es tan grande y la profundidad de tus preguntas tan inmensa, que a veces te subestimo, y quizás te he herido, o no te he dado las respuestas que esperabas. Pero yo tampoco las tengo.

Perder a un marido, a un amigo-como tu padre me decía- (somos muy amigos) es perder el doble. Perder a una persona tan inteligente, bondadoso, es aún más difícil acostumbrarse a su ausencia. Es como perder la mitad de tu cuerpo, pero a Dios gracias, tu pequeño mío, has colocado en mí la fuerza, la razón que se necesita para vivir este impacto.

Joaquín: tú con tu silencio, a ratos con tu soledad y aislamiento, con tus dolores de estómago y de cabeza cada vez que nos sentamos a la mesa,  con esa mezcla de sentimientos de odio en algunos momentos sentistes ( como cuando el papá se enojaba, porque no me aguantaba que te diera de comer en la boca) y por otro lado con ese amor inmenso por el solo hecho de ser tu padre, por salir a trotar con él por el borde de la playa donde jugaban con las olas, por los cuentos que te narraba, por la dedicación que te daba, por ese PAPA-DIOS que aún podía solucionarte aquellos juguetes que rompías y verlo más grande de lo que en sí era, con tus juegos de niños y tus preguntas de adulto-niño, niño-adulto, adulto-adulto ¿te cuento un par?:

- Si tu eres viuda, entonces yo ¿Soy huérfano de padre?
- ¿Como chocó la camioneta, porqué no vio la roca? y si había neblina porque iba solo?
- ¿Qué otros niños no tienen papá?
- ¿Qué otros papás se mueren jóvenes?
- Yo no tengo pena por el papá.
- Mamá; yo miro la mecedora y veo a mi papá en ella.

Tan maduro, tan sensible. ¿No es acaso la misma sensibilidad que tu padre inmortalizó en tantos cuadros, o en la toma de una foto? Como te has ido haciendo cargo de mi por la preocupación constante que demuestras, con lo perceptivo para poder entender y explica que cuando te portas mal, es porque echas de menos a tu papá. Tantas preguntas:

- ¿Como es el cielo?   ¡Justo nos tenía que pasar a nosotros!  ¿El papá sabe todo lo que yo hago?  ¿Uno se puede morir de pena?  ¿Y de susto?  Cuando yo me case: ¿Mis hijos van a tener abuelo?

Hay enanito! como el papá te llamaba , tan fuerte te has comportado, tan simpático,  tienes también con tu edad un razonamiento primitivo para nosotros los adultos, una elaboración y una sabiduría para vivir, más propia de tu padre, que en más de una oportunidad me has dejado helada. Estás en estos días híper irritable, rebelde, e hiperkinético. Sé que es una forma de demostrar tu pena, pero no puedes comprender que yo también la tengo, y que por eso estoy tensa y a ratos mal humorada.

- Qué come él? Era mi papá el mejor ingeniero de Chile?  Me gustaría tener un lápiz mágico y poder dibujar a mi papá: que hable y se mueva.  A la mamá se le va ha acabar la pena el día que esté en el cielo con el papá.

También me he preguntado ¿Para quién es esta prueba? ¿Qué hay más allá?  Y ahí muero de pena. Siento las mismas dudas e inquietudes que tú y no tengo respuestas para entregarte, solo abrasarte. Tantos momentos vivido, tan intenso, lazos tan fuertes a pesar que en algunas oportunidades discutiéramos frente a un problema, pero sentimientos de amor, de respeto, de admiración, de compañerismo primaron ante cualquier otro. No me es fácil vivir sin él, al contrario; me es angustiosamente difícil. Es tan difícil aceptar los cambios y ver como en cada uno ha repercutido tanto.

Son las ocho de la noche. Estás agotado y te has dormido en mi cama, quizás soñando con él, talvez un sueño angustioso, eso lo sabré después. No quiero mirarte, tampoco puedo leer no me concentro, solo pienso en una sola frase, no quiero que amanezca, no quisiera despertar.

No soy capaz de tomar el desayuno en la mesa del comedor. El espacio se nota. He inventado sacar una silla, pero no es la silla, es la ausencia de él que no pasa, es la moto frente a mí, son los libros, es la ropa , o quizás la máquina de afeitar detenida. Es…..una prematura partida.

Ya he cumplido un mes, el primero de todos los meses venideros, de todo el resto de mi vida.

He viajado a Tocopilla junto a tres amigos, he recorrido los lugares y conversado con las últimas personas que lo vieron. Me he encontrado con sus restos, y los he recogido con respeto, con rabia, con pena, con amor, con orgullo, con celos, con una sensación de ayer, de pasado que cada día ira perdiendo lozanía y cuando los años avancen, quizás no recuerde que ayer estuvimos juntos tomando un café, conversando un vinito tinto en una parrillada, que ayer fuimos uno, y hoy solo soy yo.

Uf!!!! La empresa, lo económico, el mañana. Hoy el gerente general me ha tratado de convencer, en una discusión de ¿Cuánto vale un padre muerto?. Que mañana, tu mi pequeño, estarás muy orgullosos de mí, y al igual que la película dirás ¡QUE BUEN PADRE FUE MI MADRE!”.

                                                          ***
Apenas llegó Joaquín, cerraron el cuaderno y continuaron buscando carteras, medias y accesorios. No era el día para leerlos juntos. Charlaron hasta cerca de la medio noche y se acostaron a los grito de Josefina para que Graciela dejara de entretener a su hermano.

El día llegó; Josefina se encontraba nerviosa; Raimundo preocupado solamente de cómo él se vería, Graciela igual, su madre que nerviosa la llamaba para saber a que hora la pasarían a buscar, si usaba collar de perla o no, si llevaba cartera al tono o no. Florencia, preguntando si la podían maquillar y advirtiéndole que solo iría a la iglesia, “ya que yo no tengo nada que hacer ahí”.

Con calma respondió a cada una de las preguntas, hasta que se dio cuenta que Joaquín estaba listo y ella aún en bata.

- Ya mi amor, ya nos vamos. Dame dos minutos y estoy lista.
- Vamos a llegar tarde, los invitados en la iglesia y nosotros nada aún.
- Solamente falta ponerme el vestido; es que no quería que se arrugara.

Joaquín y Raimundo de traje pingüino; ambos solamente se diferenciaban por el color de la corbata.

La entrada a la iglesia fue espectacular; tanto Josefina con Joaquín irradiaban paz, juventud, alegría y serenidad. Tomados del brazo, Joaquín dejó a su madre en el lugar de madrina frente al imponente altar, desde donde buscó la presencia de don José Manuel; atrás venía Raimundo con Melisa , él como un pavo real mostrando sus plumas; y acompañado todo por música barroca con instrumentos como violín, flauta traversa, viola y chelo.

Macarena entró a la iglesia acompañada de su padre; radiante, con un vestido marfil y una pañoleta dorada que sensualmente caía sobre sus espalda dejándole ver el pronunciado escote que terminaba casi casi, donde la espalda cambia de nombre. El pelo tomado en un sencillo moño, mostraban su figura esbelta y su largo cuello rodeado de un sencillo collar de oro con una cruz.

Una vez finalizada la ceremonia religiosa, se dirigieron a un moderno salón de eventos en lo alto de la ciudad, y entre aperitivos, cena, mesón de postres y los más exquisitos licores, junto a la música del conocido DJ Armando pasaban una velada preciosa. Terminada la cena se dio comienzo al baile, inaugurado por el nuevo y reciente matrimonio con el “vals de los novios” para luego sumarse los padrinos y posteriormente los cambios de parejas. Casi al finalizar, y en paralelo a sus consuegros, Josefina vio a José Manuel con su madre bailando. Ambos reían y se divertían hasta que José Manuel cambió de pareja y casi de un soplo dejó a Raimundo con su suegra y él con Josefina.

Aprovechó de decirle lo preciosa que se veía con su traje lila y su pelo enrizado tomado sobre la nuca. Siguieron bailando como si el tiempo se hubiese detenido hasta que Raimundo, de malos modales la invitó nuevamente a sentarse en la mesa.

- Te das cuenta que estas haciendo nuevamente un papelón- dijo mientras prendía un habano “Cohíba” de sabor fuerte.
- Hoy no por favor. Sin que te molestes……..yo creo que no es apropiado fumar un puro en esta situación, a no toda la gente le gusta, y si no te importa me parece un arribismo.
- Tu y tus complejos
- Sabes? Hoy no engancharé en tus palabras, Aplicaré a “palabras infecciosas, oídos penicilínicos” y parándose de la mesa, con una sonrisa que disimulaba sus constantes problemas comenzó a saludar de mesa en mesa, sin darse cuenta que Raimundo la seguía, hasta escuchar con su vozarrón decirle “al mundo” la maravilla de mujer que tenía, lo feliz y orgulloso que se sentía y la contento que se encontraba con la presencia de “ellos”. Algo le dijo Josefina al oído y se fue a la mesa donde se encontraba su madre, con don José Manuel, Sarita y algunos compañeros de la oficina. Ahí se sentó un rato a tomar un jugo, agradecer la presencia y conversar mientras miraba la pista de baile donde los novios se hacían turumba bailando rodeados de sus amigos.

- Me he reído mucho con José Manuel –dijo su madre.
- Si, así los he visto, respondió Josefina.
- Es que es encantadora, y excelente bailarina, bueno “de tal palo tal astilla” -dijo José Manuel cerrándole un ojo.
- Los han atendido bien?
- Más que perfecto- repuso Sarita, quién no alcanzó de terminar la frase cuando de la mano seguía Josefina a José Manuel a la pista de baile.
- Raimundo si ve a Josefina, se va ha morir.- dijo su madre.
- Pepita está como nunca dijo Elizabeth, quién había asistido con su nueva pareja, un ingeniero doce años menor que ella.
- Es que esto es un sueño para Josefina dijo su mamá, quién no despegaba la mirada de la pista.
- Que lindo vestido el de Graciela, y tan coqueta que es. Está pololeando? Preguntó una mujer que supuso que era compañera de trabajo.
- No, sale, como dicen los jóvenes ahora. Te has fijado que hay como cuatro etapas hoy en día, y yo solo entiendo las dos primeras, salir y pololear, porque las otras dos “andan” o “están juntos” es lo mismo pero sin poner compromiso, parece ser.

Josefina esperó el amanecer a que la fiesta terminara; recién entonces los novios partían de luna de miel, mientras ella y la familia de Macarena, aguardaban a que la banquetera terminara de armarles las diversas cajas de la comida sobrante.
Cuando vio todo lo que era, se armó de valor e invitó a don José Manuel a almorzar para el día siguiente:

- Don José Manuel: si no está cansado, si no tiene otro panorama…
- A ver chiquilla a que me quieres invitar?
- Lo que pasa que me llevó tal cantidad de comida, como para alimentar a un regimiento, por lo que pensé que podría almorzar mañana con nosotros...
- Fantástico! Te parece a las dos
- Y también puede ser a las tres. Tómeselo con calma, si casi dormiremos una siesta y Graciela se levantará tarde.
- Entonces mañana nos vemos, despidiéndose de Raimundo a quién a esa altura de la madrugada, el alcohol y lo que había escuchado, no le caía muy bien a su genio.
- Graciela vamos ya, y ayúdanos con las flores, mamá tú también por favor.
- Me vas a decir que invitaste a este viejo huevón para mañana?- Gruñó Raimundo.

Josefina se hizo la que no escuchaba y comenzó a meter dentro del auto las flores de calas, y canastos con arreglos silvestres en que predominaban los alelíes de surtidos colores.

Dos y media de la tarde y aparece don José Manuel.

-Suegra corra a recibirlo y llame a Graciela también - dijo Raimundo - aquí todas hoy estarán felices, inclusive Florencia- Y murmurando dejó escuchar “que huevada!"

-Hola Raimundo? Como has amanecido?
- No tan bien como tú!

Mientras Josefina salía a saludarlo con las mujeres de la casa, Raimundo se fue caminando hacia su dormitorio refunfuñando “hay olor a mierda” en un claro comienzo de guerra sin tregua. Josefina al escucharlo trato de hablar más fuerte pero su impotencia, su vergüenza don José Manuel la notó.

- Vengo solo por un rato, el avión parte a la noche y aún no he hecho ni la maleta.
- A que hora parte- preguntó Graciela dándole un beso.
- A las nueve cuarenta y cinco.
- Fíjate Gracielita que José Manuel va a España, Francia, Croacia y Turquía agregó la abuela, la que se encontraba sentada muy a gusto al lado de su amigo.
- Por cuanto va
- Por tres semanas.
- Que bacán

Florencia traía un y más bandejas con los restos de la noche anterior.

Josefina se paró a la cocina y descubrió que Raimundo estaba encerrado en su habitación. Se prometió que no le importaría, y que total  José Manuel estaría tan poco rato que no se pondría nerviosa.
Así fue;  José Manuel se quedó hasta cerca de las cinco y media de la tarde, y Raimundo salio de la habitación cuando él se había retirado. Salio sabiendo que había puesto en un duro papel a Josefina por lo que recurrió a la clásica estrategia de buscar “socios” en casa.

Partió con Florencia a quién instó que se acostará a descansar, buscó a la suegra, pero esta también se había retirado con  José Manuel, siguió con Graciela, quién se encontraba hablando por teléfono con sus amigas acerca del matrimonio de su hermano, y terminó con Josefina contándole que al parecer “algo le había caído mal la noche anterior, porque todo el almuerzo había estado en el baño”.

Josefina sollozando le suplicaba que se separaran.

- Antes que te imagines estaré afuera, replicó Raimundo
- No, no me sirve, lo quiero ahora ya. No soporto más la situación. Tus roterias me destrozan.
- Que no entiendes mujer que estoy enfermo del estómago?

Pasaron los días y la casa estaba triste; la ausencia y el equilibrio que ponía Joaquín se hacían notar. Josefina casi enfocada a los seguros y a la administración de los departamentos, a raíz de los días de ausencia por el matrimonio de su hijo Extrañaba los cafecitos con don José Manuel o mejor dicho lo extrañaba a él.

El viernes mientras conversaba con una compañera de oficina, el mail tocó la campanita que anunciaba la llegada de alguno, no lo tomó en cuenta y continuó con el copucheo junto al grupo de la oficina que bajaban a almorzar en una local de comida rápida.

Ahí Elizabeth que era más suspicaz fue derecho a la pregunta:

- Pepa: Quien era el hombre sentado al lado de tu madre en el matrimonio de Joaquín?
- Don José Manuel! El de la revista
- A ti te gusta, cada vez que te miré tenías los ojos puestos en él.
- Como se te ocurre si estoy casada?
- Cansada querrás decir

Las demás escuchaban silenciosamente y con cara “Pepa nos dimos cuenta”

- Bueno, es una gran persona
- Hay huevona, nada de es una gran persona; mira te lo agarras, lo enamoras, y te vas de viaje, si nadie te pide que te cases, solo un poquito de condimento a la vida.

- Se imaginan la cara de mis hijos?
- De Graciela no se, a pesar que se veía cómoda con él, pero de Joaquín, te lo firmo que feliz.

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