viernes, 4 de junio de 2010

II.- ALGUNOS $ EXTRAS.

Josefina desarrolló el hábito de escribir cuando su madre a los siete años le trajo para  su cumpleaños su “primer diario de vida”. De ahí, no paró más; escribía sus pololeos, sus viajes en la universidad, etc. plasmó todo, pensando que algún día si se llegaba a casar, sus hijos pudiesen conocer su historia completa, incorporando el ayer, cosa que con el paso de los años se le hacia más tedioso no saber.

Años atrás y por intermedio de su madre, se había informado sobre un concurso para escribir sobre vivencias y relatos mundanos desde una visión femenina,  y en ese entonces dado que había ganado el primer premio había conocido a don José Manuel,  el dueño y editor de la revista. Era una oportunidad fantástica, por un lado terapéutica en función de la viudez y por otro su hobby y además remunerado. Que más le podía pedir a la vida?

Después del concurso y publicación de su cuento, don José Manuel la llamó para comentarle la edición y aprovecho de invitarla a tomarse un café en el  Tavelli.
Se juntaron en el lugar y a la hora indicada dos días después; contándole, que su gran pasión era esa, dirigir un Magazine y casi pensar como lo hacían las mujeres.
Josefina sin encontrarlo amanerado le chocó la forma en que le planteó, pero lo escucho silenciosamente.
Partió relatándole que era hijo único de un señor de la alta burguesía santiaguina, abogado de profesión y amante del campo, y que entre esos dos mundos había sido criado hasta que su familia se trasladó a Santiago para que el pudiese entrar a la universidad. Su padre no se acostumbraba a la capital por lo que dividía sus actividades entre Curicó donde se encontraban las tierras- de jueves a lunes -y Santiago donde estaba su bufete de abogado el resto de la semana, y que era lo que realmente le daba dinero en los años secos de la agricultura. Su madre, una mujer muy refinada, que había contraído matrimonio a los diecisiete años y sin profesión, por lo que su actividad principal era ser dueña de casa y catequizar a los inquilinos y sus hijos, a fin de llevar el catolicismo hasta su último rincón. Llevaban trece años de casado cuando quedó esperando al niño, justo cuando estaban haciendo los trámites de adopción de un meno en el extranjero. Llegó al mundo un 28 de febrero en una clínica privada y donde las visitas no se hicieron esperar con toda clase de regalos y buenos deseos para este.

Con solo una semana de vida habían regresado a pasar el post parto y cuarentena a “Buena Suerte” donde capataz e inquilinos los esperaban con un enorme asado al palo.

- Que Dios lo bendiga! - decía Ramona- el ama de casa
- Que lo guarde en su Santo Reino! -agregaba la cocinera
- Este niño es igualito al patrón! Va ha salir pícaro como usted! – completó el capataz
- Señora Isidora, póngale esta medallita de la virgen de Carmen con la cinta roja, pal mal del ojo!- replico Petronila, quien se haría cargo del cuidado del niño.

De regalo le tenían un potrillo de color alazán, ese color rojizo similar a la canela, y que antes de los dos años de edad ya se había transformado en su mejor amigo y formaban una dupla que quien lo veía en el pueblo no dejaba de persignarse, por lo “agrandado” que era el hijo del patrón.

Su padre, con la experiencia que tenía en las siembras, el clima, los cambios en la política agropecuaria, había aprendido que los productos tradicionales podían ser peligrosas y por lo tanto, no poner todos los huevos en una misma canasta era una buena opción, por lo que sus inversiones estaban muy diversificadas a fin de minimizar cualquier riesgo económico. Si bajaba el precio de los lácteos, salvaba con las cosechas de granos, o frutales y así sucesivamente.

Con el pasar de los años, y una vez que Don José Manuel se había recibido de periodista, su padre le había regalado doce departamentos ubicados al comienzo del barrio oriente en un mismo edifico. Cada uno por un semestre de estudio, cada uno porque no había repetido ningún ramo, cada uno porque los había aprobado con nota sobre seis, porque además pensaba que no era una profesión que le permitiera vivir al "nivel acostumbrado", según le había dicho su madre y por último porque era mejor darle la herencia en vida y ver como la trabajaba o ver como la dilapidaba y en ese caso, sus socios, serían quiénes velarían por ella para que su único hijo no terminara en la miseria.

Conversaron de todo un poco, se pidieron un segundo café cada uno con medias lunas. Ahí pasaron al tema familiar, del cual Josefina fue bastante escueta:

- Bueno soy hija única, estudié para profesora y ejercí solo un par de años hasta que me case, nació mi primer hijo y a los pocos años enviudé, hoy estoy nuevamente casada y con una niñita en jardín infantil, mientras sacaba una foto de su billetera donde aparecían ambos hijos.

- Ah una parejita entonces, que lindos niños tienes.
- La verdad que me siento muy plena con ellos.
- Pero debes haber sufrido mucho cuando enviudaste, agregó don José Manuel

Josefina aprovechó de mirar de reojos su reloj, y al ver la hora se disculpó por lo tarde que era y que en otra oportunidad continuarían conversando. La verdad no le gustaba mezclar su historia con su pega, y para salir honrosa era súper rápida. De tanto trabajar con hombres había aprendido que el “reloj” era una muy buena escusa.

Casi de un salto se paró y con un apretón de mano cerró el primero de los muchos cafés que a posteriori vendrían.

A veces cuando debía llevar la crónica a la revista lo hacía acompañada de sus hijos. En una oportunidad encontró a don José Manuel a quién se los presentó.

- Que grandes que están!, y dirigiéndose al mayor, don José Manuel le preguntó el nombre y la edad, cosa que Graciela ya de siete años no esperó  que Joaquín terminara de responder cuando ella  en forma atolondrada le contó:
- Me llamo Graciela, tengo siete años y estoy en primero básico

Sacando una sonrisa de ambos adultos y un cariño en su rubia cabellera por parte de su madre.

Años después, otros cafés la esperarían.......

Josefina llegó puntual, pensando que aporte podía hacer a la revista, pero se encontró con Don José Manuel ya sentado, con un café a medio tomar y al verla buscó algún mozo para solicitar una para ella, al mismo tiempo que la saludaba de un beso en su mejilla y le corría la silla.

- Bueno Josefina ha esto quería llegar: Me demoré un poco por no decir bastante, pero se lo explicó para que no se vaya hacer una idea equivocada de lo que le voy a pedir.
- Usted, pedirme a mí?
- Se acuerda que años atrás le conté de las propiedades que mi padre me regaló? Lo que pasa que para mi es tan difícil hacerme cargo de revisar los depósitos de cobro de las rentas por parte de los inquilinos, pagar las contribuciones, los seguros, arrendarlos cuando lo dejan, mantenerlos… bueno en fin…. Todo eso, ,e ha llevado ha pensar y hoy a solicitarle si usted se podría ser mi administradora, y………… lógicamente que esto no sería gratuito, yo le pagaría doscientos mil pesos por mes. Si quiere no me conteste ahora. Piense, pero le estaría tan agradecido, ya que no puedo darle este trabajo a Sarita y gente de confianza, honrada y trabajadora como usted, van quedando pocas. Además son unos pesitos más que caen.
- No me de tanta explicación, yo feliz lo tomo, pero quiero que sepa que no tengo  nada de experiencia.
- Eso no es difícil de aprender, que le parece que mañana después de su trabajo nos juntemos en mi casa para mostrarle y entregarle toda la documentación?
- Mañana? puede ser tipo ocho?
- Claro, a las ocho la espero. Vivo en……

Y buscando en su billetera, mientras sacaba dinero para pagar los cafés, le dio una tarjeta personal con su teléfono particular y dirección.

Josefina estaba feliz. Era el equivalente a dos columnas. Eso le permitiría hacerse un “colchoncito” para esos extras como vacaciones, ortodoncista, la fiesta de quince años de su hija, el  veraneo, la anhelada calculadora científica de Joaquín y soñando con la larga lista de ítem extras llegó a su casa.

- Niños no saben lo que hoy me ha ocurrido. Don José Manuel me ha ofrecido que me haga cargo del arriendo de unos departamentos que tiene.
- Y que tienes que hacer tú?- preguntó Joaquín desconcertado.
- Miren la idea es que yo me encargue de todo y le deposite a él la plata de los arriendos y me va ha pagar un sueldo mensual. Más no sé
- Entonces me podrás pagar la  fiesta para mi cumpleaños,?- preguntó con la mirada pícara Graciela.
- Bueno déjame que trabaje primero, me paguen después y vemos en que invertimos estas monedas. Respondió la mamá seriamente
- Pero tú me prometiste, insistió la ija
- Si no he dicho que no, solo digo que para eso falta más de un mes.
- Ah! y solamente a ella le van ha regalar cosas? – replicó Joaquín
- No, iremos mes a mes. Pero no se olviden que no se puede hacer milagros con unos billetes más, no es mucho, pero es una extra.

No faltó el comentario amargo de Raimundo que reclamaba el poco tiempo que Josefina le daría a la familia  por unos míseros  pesos más, y enfrascándose en una discusión bizantina le respondió:

- Pero es dinero que tu no traes a la casa, y siempre estoy al filo de la navaja, ya oíste todo lo pendiente que hay y solo escucho críticas por tu parte. A veces me pregunto que haces con lo que ganas? Solo te preocupas de llamar a la casa a preguntar si falta pan, como si ese fuese el ítem más importante.

Raimundo guardo silencio. Josefina abiertamente delante de los niños lo había dejado al descubierto que hacía con su plata el supuesto “macho proveedor”.

Ante tal pelea, los hijos optaron por retirarse a sus dormitorios, mientra esa noche ya en la pieza Raimundo la recriminó por “su falta de dinero”, y le recordó que para su cumpleaños le había regalado un reloj Cartier, el cual estaba pagando en cuotas  y para no continuar con la pelea y en un gestó de dualidad absoluta, Josefina se acercó y lo rodeó con sus brazos para abrazarlo, pero el muy molesto la rechazó. Ya sabía lo que se le venia con su marido; el alejamiento absoluto y la búsqueda de socios dentro de su casa, cosa que generaba no solamente un ambiento tenso, sino que ponía a sus hijos en un difícil papel. Entonces Raimundo regalaba a los niños lo incomprable, les cocinaba como los Dioses, y era capaz de ser “el tío” más divertido y entretenido para sus amigos. La pesadilla comenzaba de nuevo. Cada pequeño logro de su mujer, Raimundo lo sentía como una agresión hacia él, o al menos eso ella pensaba.

Josefina durmió poco, primero por la pelea, cada uno en su rincón y la cama se sentía más grande aún de los extralarga que era, pero disfrutó la alegría que sentirían sus hijos el día que llegara con los encargos, como la calculadora científica o la cara de sorpresa de Graciela si se cumplía el sueño de la fiesta de quince años.

Al día siguiente, sus compañeros de oficina notaron que estaba más contenta que de costumbre; en general era extraño que contara su vida y cuando llegaba a hacerlo lo común era que narrara sus buenas experiencias de vida, pero historias tristes, parecía ser que no tenía. Se sabía que había enviudado joven, pero de su dolor o de sus dolores, nunca se la había escuchado hablar.

Salió más temprano que de costumbre de la oficina porque “tenía que hacer una diligencia”. Cuando ocupaba la palabra “diligencia” todos entendían que era algo personal y particular. Tomó su auto y se dirigió por la vía de alta velocidad, donde los edificios imitaban al menos una cuadra de la “gran manzana” de Nueva York, para tomar una avenida ancha, con separación de vías al centro formado por un parque que atravesaba toda la zona elegante y exclusiva de la ciudad. Ahí se encontraban las mejores tiendas de marcas internacionales y boutiques de  grandes diseñadores nacionales. Comenzó a descender la velocidad buscando con la mirada el número mil novecientos cincuenta y tres.

- Que coincidencia! el año de mi nacimiento- pensó.

Un edifico bastante alto y señorial, rodeado de un enorme parque con especies autóctonas como araucarias, peumos, espinos, canelos y arrayanes, macizos de flores y grandes helechos lo rodeaban. La entrada al hall era de doble altura y todo revestido en mármol, le daban una sensación estética y limpia del diseño arquitectónico, de sobria elegancia y armonía. El ascensor llegaba al hall, y ahí comprendió que era solo un departamento por piso.
Al tocar el timbre, una mujer mayor vestida con impecable delantal azul y pechera blanca almidonada, la hizo pasar al living y con ademán le indicó que tomara asiento mientras le avisaba a don José Manuel la llegada de la nueva visita.
Josefina recorrió con la mirada todo el lugar; una imponente vista hacia la cordillera, con una terraza más propia de una casa que de un departamento. La decoración toda en blanca o similares, pura, casi minimalista, pero exquisitas obras de artes colocadas en los lugares exactos, daban el toque de distinción y refinamiento. En eso estaba cuando apareció don José Manuel, quien con un cariñoso

- Que te ofrezco- al mismo tiempo que tocaba en las murallas el sistema computarizado para encender las luces, regular la temperatura y abrir las cortinas del costado, para que Josefina admirase aun más el rojizo atardecer.
- Nada don José. Hace poco tomé un café en la oficina. Estoy impresionada con la maravillosa vista que tiene al cerro Manquehue, como también lo refinado y simple de su gusto.
- Porque?. Como te lo imaginabas? Preguntó sorprendido el dueño de casa
- Nunca me lo imaginé, porque jamás me cuestioné como y donde vivía usted. Que maravilla esta colección de marfil.
- Mira, estos se fueron juntando de viaje en viaje que mis padres hacían. Tanto así, que cada vez que alguien partía, ellos le encargaba uno. Con los años aprendió tanto de los marfiles que ya podía solicitarlos más detalladamente: si quería tallados, sellados, díptico y de que motivo; por ejemplo este es de la Asunción de la Virgen y es aproximadamente del siglo XIV y está compuesto de cinco placas. Es muy interesante la eboraria.
- Que es eso? Eboraria!!!!! Nunca había escuchado esa palabra antes, mientras Josefina se agachaba para observarlo en toda su dimensión
- Si, es rara la palabra, pero es el arte de cortar, pulir y tallar el marfil. Por ejemplo ese mueble chino tiene incrustaciones de marfil. Fíjate que cuando se descubrieron las ruinas del palacio real de Samaría, encontraron cientos de piezas con incrustaciones de marfil. Bueno en fin debo estar aburriéndote,....es un tema que a mi me fascina. Nací escuchándolo a mis padres.
- No no, no, estoy muy entretenida-
- Otro día te sigo mostrando. Vamos ahora al grano, vamos a lo que nos reúne. El trabajo. Vayamos mejor al escritorio donde tengo todo, desde los archivadores cuando no existía la computación, hasta los depósitos que grabé en un CD con los pagos de cada departamento y una pequeña y simple contabilidad que llevó.

Abrió la puerta y pasaron un escritorio cómodo, de proporciones grandes, luminosas, con muebles modernos y simples en sus formas. En la biblioteca toda la colección de revista “Nosotras”.
A otra altura libros de arte que se mezclan con fotos de distintas épocas, y una que otra pieza de colección probablemente.
De una estantería, abrió las puertas y sacó archivadores y varios CD que ordenadamente guardaba. Se leía “arriendo edificio Solar”. Se sentaron junto a unas bebidas y galletas que la empleada había dejado sobre el escritorio, y comenzaron a revisar en el computador  los documentos.

- Ah, antes que me olvide, debes enviarle mail a casi todos, para que te envíen a ti los depósitos, no todos los hacen a través de este modo, ya que hay personas mayores que depositan personalmente ellos y dejan en conserjería el sobre para que Oscar, el administrador del edificio, se encargue de hacérmelos llegar. También deberías presentarte donde él. Yo aprovecharé de llamarlo mañana y explicarle que de ahora en más todo se entienda contigo.

Y con un CD ya en su computador le fue explicando de algunas personas que vivían en ellos.

- Por ejemplo: este es de una señora viuda que lleva como quince años arrendando. Vive sola con su perro y hace casi seis meses que no paga. Dice que va ha llegar una sobrina de Estados Unidos y que ahí va a pagar todo. Vamos a ver si eso es verdad y en caso contrario...deberás tomar una determinación. En este otro, viven tres estudiantes universitarios. Son de Ovalle y se turnan las mamás para venir y dejarles todo hecho. Nunca se atrasan. Y así cada uno. Mira aquí está el contrato y cada uno de los recibos. Es importante que sepas que ninguno tiene teléfono. Ya me pasó años atrás que una mujer me dejó una cuenta sin pagar por más de un millón de peso. De ahí en más los eliminé todos. El que quiere teléfono lo pide a su nombre y listo. Lo otro que hay que estar atenta es al pago de los gastos comunes. Cuando se les junta dos meses hay que comenzar de inmediato a preocuparse. La administración del edificio corta los servicios al cuarto mes de atraso, pero igual…… Ah! Este último es un penthouse. Es casi toda la planta del edificio, si hasta jardín tiene. Se que son extranjeros los que lo arrendaron. Bueno eso es más o menos. Llévatelo y comienza ya. No quiero que ocupen más espacio en mi escritorio.

Sin darse cuenta Josefina que la reunión se daba por terminada, y  don José Manuel se paraba, mientras cogía algunos archivadores llamó a un hombre un poco más joven que él,  del cual Josefina no supo si era conserje, mozo o amigo de la casa, para que se los llevara al auto. Una vez en su casa, colocó los CD en su pequeña biblioteca dentro de su dormitorio y los archivadores los guardó dentro de su closet por espacio. No podía dejar de pensar cuanta plata había en esos pequeños discos, más que todo lo que ella y sus hijos podrían llegar a generar en toda su vida.

                                                                     ***
Era fin de mes, otra columna enviaba.

Llevó los escritos a la revistas, y se encontró con don José Manuel.

- Hay tiempo para un café?
- No, esta vez no alcanzo. Quiero volver de inmediato, ya que tengo reunión de apoderados en el colegio de Graciela.
- Estas con mala cara. Algún problema?
- No diferente a los de siempre.
- Ay Josefina, un día de estos tú y yo nos sentaremos a conversar de lo que te aqueja.
- Gracias, pero solo es la vida, esa que usted y yo vivimos en avenidas distintas….
- Entonces igual conversaremos de lo que pasa en “tu avenida”.